Xavi Millán

( en tránsito)


(EN TRÁNSITO.S.) Paisajes 

reflexiones.

Xavi Millán (1959).

“Este trabajo se ha ido desarrollando a lo largo de más de dos años. Incluso hay imágenes que más.

La propuesta: una visión onírica sobre el paisaje, y las flores, la mirada fuera del ruido, la calma que de tanto habitar en la ciudad se va olvidando.

La fotografía oriental contemporánea, los paisajistas europeos del XIX, como base de inspiración de algo visto y recordado.

Cada imagen capturada sugiere un paisaje que de real pasa a ser soñado, velado, manipulado.

Del paisaje a las flores de la visión más amplia al detalle.

Y ligando toda la serie. los filamentos que recorren cada imagen, trazos automáticos que entran y salen de cada fotografía, se desvanecen y aparecen en la siguiente, como nexo de unión.”

La importancia del papel donde está impreso, un papel texturado, cálido, como si fuera un grabado, cada imagen limpia sin cristal para que todos los matices adquirieran densidad.

Se la quiero dedicar a mi hermano Guillermo, a Luis Brito que me enseñó a ver la fotografía desde otra mirada., y a Gustavo Piñate que siempre me animó a desarrollar esta otra pasión.

Que la vida es un tránsito.

Barcelona 2018

buscando a Felix
el sueño de Constable 7

Xavi Millán: (en tránsito).

No es una novedad relacionar el movimiento lento con el campo abierto, relacionar el paso de las nubes con la muerte. E imaginar ésta última como un tránsito, ese movimiento lento que eleva las almas hacia un lugar distinto, sino mejor, donde quedarse bailando para siempre. Xavi Millán (1959) lleva más de dos años recogiendo paisajes lentos con la cámara, acariciándolos luego con un tratamiento concienzudo del color en su ordenador. Es ahora, para esta exposición, cuando ha llegado el momento de darlos a luz en materia corpórea. Él mismo ha quedado sorprendido con ese nuevo ser de las imágenes, sobre el papel de textura gruesa que invita al tacto: terciopelo y profundas calidades de tinta para los negros y los grises, que a veces se perciben verdes y a veces azules simulando la irisación que provocan las luces en el paisaje nublado.

La evocación de los pintores por sus nombres en los títulos, de los lugares visitados inscritos en los metadatos de las fotos (puntos muy distantes repartidos entre continentes) y la mención a los seres queridos que se han ido, no es algo exclusivo en la memoria de su autor que requiera explicación aquí. Estas fotografías persiguen nuestros sueños, los sueños de cualquier espectador, y se instalan cómodamente en nuestro pasado evocando a su vez lugares, sentimientos y personas, como si hubiéramos sido nosotros los primeros testigos en haberlas descubierto. Son imágenes bellas que sirven de terapia al que las ve, como han servido de reflexión al que las hizo, devanando con paciencia de encajera los hilos que unen levemente las visiones de esta vida al sentido de vivir.

Estas fotos nos atraen. Las deseamos como aquellas lobby cards que el niño robaba en el sueño inquietante de La Noche Americana de François Truffaut.

Y llegados a este punto tenemos que recordar que Millán trabaja para el cine, ayudando a hacer creíble la ficción con el gotear de pequeños detalles de realidad en los planos. Estas fotos son los espacios vacíos, el diorama, para aquellas escenas que acabarán pobladas de actores, animadas por la acción, pero que en el momento de su localización solo su descubridor supo entender como parte del guión. Porque la profundidad del drama lo da el justo escenario en el que se desenvuelve. Nunca será creíble un portazo en una pared que se tambalea, creo recordar que decía Andrei Tarkovsky, un narrador de lo profundo que seguro que está inspirando a Millán al oído. Por eso estos sueños se sustentan firmemente en la experiencia vivida y captada de manera objetiva mediante la técnica fotográfica y no la pintura.

La práctica profesional es inseparable de la sensibilidad que hará posible la creación artística. Todo ese camino andado en la producción cinematográfica no solamente ha posibilitado a Xavi Millán la experiencia de la mirada, sino que ha dado como fruto estas fotos. Nos encontramos ante una autobiografía en la que se comprueba la rotación del viaje y los interminables ensueños a la espera del rodaje. Quizá ésta sea la razón del aspecto cinematográfico de estas secuencias y trípticos. La razón de su lentitud paciente. Y también de su título: el tránsito como un fundido a negro.

Laura Terré

Marzo de 2018

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